8 de abril de 2010

'MUJERES NOVELERAS' por María Aixa Sanz.



«Piensa equivocadamente si es necesario, pero en todo caso piensa siempre por ti mi misma.»


-Doris Lessing-




Siempre me ha fascinado la frase o la creencia que con vehemencia, sin tapujos, con frescura, como una certeza algunas personas la han dicho en más de una ocasión a alguna mujer o alguna niña: "Es que tú eres muy novelera", "Mujer es que eres una novelera", "Niña que novelera eres" o como en mi caso que valenciana soy : "Xiqueta que romancera eres". Romancera que viene del francés roman, o sea novela, romancer: novelar, romancier: novelista. Pasan los años y a esa mujer que ya no es niña le siguen diciendo la misma frase, siguen con la misma cantinela, una nunca ha sabido si tomárselo a bien o mal, si es un elogio o una forma de calificarte despectivamente, eso solo se sabe, cuando esa frase mil veces dicha como sentencia, en algunos casos germina y se convierte en realidad. Entonces que te digan que novelera eres es un piropo, pues has hecho de tu vida uno oficio. La broma o el chiste es que aquella niña, a la que le decían "es que tú eres muy novelera" acabe convirtiéndose sin nadie advertirlo en una mujer novelera o novelista de oficio. La novelista de hoy es aquella niña que entretenía su infancia, sus juegos y la vida de los otros con cuentos, novelas, chascarrillos, disparates inventados o no, historias en definitiva. Esa niña que hoy es novelista forjó su carácter en esas historias. Un carácter ya de por sí, dado a la imaginación y a la intuición, pues de un porcentaje elevado de intuición se nutre la imaginación de la mujer novelera, y ahora Punset nos descubre que es mayor el porcentaje de aciertos cuando se elige una opción basándose en la intuición que en razonamientos tangibles sobre papel. Eso ya lo sabíamos nosotras, nosotras, las mujeres noveleras, les xiquetes romanceres, siempre he creído absoluta y rotundamente que la intuición y la imaginación están unidas, pues cuando nosotras, las mujeres noveleras, imaginamos y creamos una historia tiramos de la intuición para saber cual será el proceder del personaje de nuestra historia inventada y sin otro argumento ni otra excusa que la intuición convertimos en realidad la imaginación, la convertimos como por arte de magia, le damos alas a la imaginación trasformándola en una historia susurrada al oído de nuestro amante, en una historia escrita en un cuaderno viejo y olvidado, en una historia para calmar la ansia de un niño, en una novela para que otros puedan fantasear y hacer de su existencia un lugar más amable. Y para ser novelista, mujer novelera, o xiqueta romancera, desde temprana edad se ha de tener amplitud de miras y te ha de importar poco el qué dirán. Pobre mujer la que se cree novelera y no lo es, puesto que le importa más el qué dirán, agradar a los de su alrededor, colocarse un techo de cristal queriendo ser profeta en su tierra, pues la mujer novelera desde su infancia sabe que es capaz de inventar caminos, conquistar mundos, escribir en la bóveda celeste y contar historias para volar por todo el Universo. Su amplitud de miras es tal, que para la mujer novelera, para la xiqueta romancera, no existen las paredes ni los techos, se ríe de los que ambicionan ser profetas en su tierra ya que su tierra es todo el Universo y a él se debe. Como arma tiene la imaginación y nunca se ha conocido arma mejor. Por eso tal vez las mujeres noveleras siempre han sido mujeres de armas tomar que no se han conformado y que saben que nadie tiene todo el tiempo del mundo aunque ellas si que saben que con su mirada pueden abarcar el mundo en su tiempo. Por eso lo trasforman en historias para que quede grabado en las pieles, en los cuerpos, y en la alma de los otros. Pues novelar no deja de ser un ejercicio de sinceridad, donde el pudor no tiene lugar. Al fin y al cabo novelar es imaginar y crear ficción para que otros puedan soñar. Raro oficio, es verdad.


© MARÍA AIXA SANZ

Artículo escrito en abril de 2010. En diciembre del mismo año se fundó la COLECCIÓN MUJERES NOVELERAS.

Novelar: tr. Referir un suceso con forma o apariencia de novela.
Sinónimo: narrar, escribir, contar, referir.
En francés: vtr (explicar) romancer. // écrire des romans.





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