19 de julio de 2013

INOLVIDABLES: “LA BRÚJULA DE NOÉ” de Anne Tyler

Decir ante todo que descubrir a Anne Tyler y leer su obra es una de las mejores cosas que me han pasado en la vida, y no hablo exclusivamente de mi vida como lectora sino de mi vida en general. Anne Tyler además de ser una de las más grandes contadoras de historias, es una novelista amable y reconfortante. Justamente es eso lo que siente el lector al acabar cada una de sus novelas: confort. Un confort cómplice que otorga serenidad. Sus personajes y ella se cuelan amablemente en la vida del lector y al cerrar el libro no sentimos ese punto y final desangelado entre libro escritor y lector que hace que la historia se olvide cuando se deposita de nuevo el ejemplar en la balda de la biblioteca o librería. No; con Anne Tyler ocurre exactamente lo contrario, el libro forma parte de nosotros porque la conexión entre las historias, los personajes de Anne Tyler y el lector es total, definitiva y para siempre. Jamás voy a olvidar ni a uno solo de los personajes de Anne Tyler —y lo cierto es que son muchos—, ni tampoco olvidaré los lugares comunes de Anne Tyler, en los que se sustenta su obra: los ejemplares del National Geographic; el amor por la cocina o por el contrario la total desafección por la comida; la destartalada forma de vestir de los personajes; la excepcionalidad de cada familia y sus extravagancias; y sobre todas las cosas la distancia y aislamiento voluntario que marcan los personajes de Anne Tyler con el resto del mundo, una independencia, un silencio, una austeridad y una soledad buscadas por deseo propio.

‘La brújula de Noé’ (Debolsillo) es la quinta novela que reseño de Anne Tyler, y con ella cierro de momento la etapa de reseñas sobre la obra de esta autora. ‘La brújula de Noé’ me ha regalado la posibilidad de hacerlo a lo grande. Reseñar ‘La brújula de Noé’ es acabar en alto un propósito, y ello comporta la mayor de las satisfacciones.

‘La brújula de Noé’ comparte con las otras novelas de Anne Tyler los mencionados lugares comunes, pero además cuenta con Liam un sexagenario que resulta enternecedor. Liam a sus sesenta años y con la jubilación bajo el brazo va al encuentro de la austeridad, del silencio, del placer de poder leer sentado en su butaca preferida durante toda una tarde, y en el camino que emprende para obtener lo que más desea tropieza con algo con lo que ya no contaba: el amor, el enamoramiento.  Una situación que le hace debatirse entre la posibilidad e ilusión del romance y la coherencia que desde niño ha aplicado a su vida, olvidando que no todo es blanco o negro sino que hay muchos tonos de grises y Anne Tyler nos los muestra y se los muestra a Liam, haciéndole mantener una lucha interna consigo mismo, al mismo tiempo que le hace recuperar la memoria del pasado y de otros amores que están ligados a él de por vida.

Liam y Anne Tyler convierten a la par a ‘La brújula de Noé’ en una deliciosa y tierna novela que invita a la reflexión. Por ello permítanme terminar la reseña con unas frases del padre de Liam, a modo de consejo, deseo o inspiración para nuestras propias vidas:

«—Mira, no sé si estoy de acuerdo con eso hijo. Cuando tienes mi edad, empiezas a darte cuenta de que lo mejor que puedes hacer en esta vida es disfrutar de la felicidad que encuentras por el camino.» 


© MARÍA AIXA SANZ