Perfil: Emily Dickinson, cartas.
Autora: María Aixa Sanz
Escrito: 21/09/2009
Otra vida no tengo sino es esta - para conducirla aquí-
"CARTAS" de EMILY DICKINSON publicado por la editorial LUMEN. Es un libro sublime. Literatura pura. Obra de arte que puede curar al lector de todos los males, pues son solo las obras de arte aquellas que consiguen emocionar, aquellas que no dejan indiferente a nadie, las que son capaces de dibujar una sonrisa en un rostro o desprender un lágrima olvidada en alguna parte del cuerpo. Estas cartas son obras de arte. Carta a carta. Cada carta es un deleite. Un placer. Una obra. 101 cartas escogidas entre las 1.000 que Emily Dickinson escribió desde los 20 años hasta la fecha de su muerte. Obras de arte minuciosas que escribía y enviaba a sus familiares, amigos, amores. Hermosas palabras. Este volumen de cartas está editado para ser releído. Estas cartas perduran en el tiempo para ello, para ser releídas mil veces desde el siglo XIX. Las cartas que Emily Dickinson escribió se releen para recuperar la confianza en las hermosas palabras, la fe de la sinceridad de los escritos. Las cartas de Emily Dickinson poseen la calma de la belleza de las obras de arte.
Dickinson era cual reflejo de las cartas por ello, todas ellas retratan su manera de ser mejor que ninguna fotografía. Emily Dickinson era ágil, despierta, divertida, profunda, fuerte, irónica, dura consigo misma, de ideas firmes y claras, amable, torbellino de energía. Uno de sus amantes y amigo, Higginson, confesó: «Nunca estuve con nadie que me haya drenado tanta energía. Sin tocarla me exprimía.»Emily Dickinson tuvo unos cuantos amores, la mayoría hombres casados, puesto que ella no estaba hecha para el matrimonio convencional, ni para las tareas del hogar y según ella: «El amor, era lo más difícil y lo que requería mayor paciencia»así que su vida sentimental estuvo cubierta con grandes amores de caballeros casados. ¿Excéntrica, peculiar, en la sociedad del siglo XIX? No. Emily Dickinson era un alma libre. Una alma libre que sabía lo que quería y lo que no. Su lucidez era asombrosa. Con una lucidez apabullante ya se mostraba en las primeras cartas escritas cuando tenía 20 años y escribía sobre la vida, la muerte, el goce instantáneo, el tiempo, su aprovechamiento:
«Da la impresión, querida Abiah, de que todos los momentos que abarrotan este pequeño mundo, unos pocos podrían habernos sido otorgados para pasarlos con aquellos que amamos -una hora aparte- una hora más pura y verdadera que las horas comunes, donde podríamos detenernos un momento antes de continuar nuestro viaje -pasamos un rato agradable hablando la otra mañana- si hubiera sabido que aquella era toda mi porción la hubiera aprovechado más -pero nunca regresará para demostrar si sí o si no. ¿No crees que a veces estos breves encuentros imperfectos encierran un cuento? »Poeta que no imprimía sus trabajos, por respeto a su padre, que era contrario a que las mujeres publicaran sus escritos, ella no los imprimía, pero de algún modo sí que los publicaba pues estaban en manos de todos sus allegados. Emily Dickinson siempre se refirió por ello a imprimir nunca a publicar puesto que la frase implícitamente escondía que eran leídos por terceros. Por todos. Los enviaba a remitentes distintos y amoldaba el poema a la piel de cada uno de ellos, por eso se guardan distintas versiones de sus poemas. Cuando murió encontraron un baúl con toda su obra cosida en fascículos. Fue después de su muerte cuando se empezó a imprimir. Pero lo que ocupa este artículo es el volumen de cartas, sus cartas, las cuales, muchas, firmaba con E. pues tenía la costumbre de escribir apurando la hoja, sin margen, apenas dejaba espacio libre ni tan siquiera para su firma. Emily Dickinson siempre se quejaba de los fabricantes de papel.
«Susie, qué haré -no hay suficiente espacio; ni siquiera la mitad suficiente para contener lo que iba a decir. ¡Por qué no le dices al hombre que fabrica las hojas de papel que no le tengo el menor respeto!»‘CARTAS’ (Lumen) recoge 101 cartas de Emily Dickinson seleccionadas con pulcritud y tino por Nicole D’Amonville Alegría entre el millar que se conservan de la poeta, escritas desde 1842 a 1886, a infinidad de destinatarios entre los que se encontraban su amiga Abiah y su amiga y cuñada Susan, su hermano Austin, su amor y ‘Maestro’ el reverendo Charles Wadsworth, su amigo y amante Higginson. Muchas de las cartas terminaban con la siguiente frase: «¿puedo cometer la osadía de incluir un recuerdo?», e incluía una flor...
Pero si tienen algo de especial la cartas de Emily Dickinson es su comienzo, el comienzo de cada carta marca el inicio de una historia de un cuento inmortal. Un placer para todos los sentidos del destinatario, del lector, del literato. Es como si Emily Dickinson hubiese escrito 1.000 cuentos distintos para contar la misma historia.
© MARIA AIXA SANZ
[Cada uno de estos artículos que forman PERFILES
han sido todos ellos publicados en numerosos medios de comunicación de
Europa y América del Sur; y a la autora le han aportado un cúmulo de
satisfacciones tanto en lo profesional como en lo personal. PERFILES, es una sección que reúne los artículos elaborados
por la escritora María Aixa Sanz, sobre escritores y escritoras que, sin entrar
en la categoría de ensayo propiamente dicho, merecen la pena ser tenidos en
cuenta como tales. (Opinión de los editores de Narrativas)]