… Él que era un tipo algo frío,
duro como una roca, que nunca se emocionaba con nada, de buenas a primeras se
ha vuelto frágil. Capaz de llorar por una tontada y de conmoverse por cualquier
cosa. Se le ha abierto una grieta en su corazón. O más bien una brecha, que
trata por todos los medios de colmar.
Si Barbara Constantine con ‘Tom, pequeño
Tom, hombrecito Tom’ nos conquistó y nos enamoró con su historia sencilla y
hermosa, hace tres cuartos de los mismo con ‘Et puis, Paulette’ o ‘Al mal tiempo, mejor cara’ (título de
la novela en castellano) publicada por Seix
Barral. ‘Al mal tiempo, mejor cara’
es como también lo es ‘Tom, pequeño Tom, hombrecito Tom’ una novela pegada a la
vida por tanto pegada a la esperanza y llena de luz. Ambos títulos son novelas fáciles
de leer que están llenas de ilusión, confortabilidad y una magia especial, en
las que Barbara Constantine
demuestra cómo domina el arte de contar la vida desde su lado más positivo. En ‘Al mal tiempo, mejor cara’ el
protagonista es Ferdinand un jubilado
que vive en su inmensa granja junto a la soledad y a su gato Masmalo. Del mismo modo como Masmalo le da la vida, la soledad se la
roba, entonces decide compartir su espacio con aquellos que quizás no lo
tienen, rescatando el viejo y añorado trueque. Sin proponérselo Ferdinand cambia su vida y la de otros
para bien y crea un hogar para otras personas que están y se sienten tan solas
como él. Ferdinand convierte una idea
que para nada es descabellada ni utópica en una alternativa y Barbara Constantine nos demuestra
dándonos de nuevo una lección de vida que: la solidaridad y la generosidad
están al alcance de la mano, solo hay que tener voluntad para llevarlas a cabo;
que querer es poder; y que otras formas de vivir son posibles. El gratificante
mensaje que lleva consigo esta enriquecedora historia hace de ‘Al mal tiempo, mejor cara’ una
brillante novela que es de torpes perdérsela. Créanme.
© MARÍA AIXA SANZ