Enfrentarse a querer escribir sobre las bibliotecas privadas es tener que enfrentarse a un
brutal instinto de posesión o dominio que abarca todos los ámbitos:
desde un territorio personal para uso y disfrute, a una hacienda de
pertenencias intocables por terceros. En todos ellos es donde campa a su aire
el amante de los libros, el cual es capaz de todo por éstos. Se dice
que cada biblioteca privada es la autobiografía de su dueño.
Nuestra biblioteca privada
se convierte en un espacio que es capaz de contar toda nuestra vida.
Nuestro pasado está encerrado en cada uno de los libros que hemos leído y
que no, guardados en los estantes de nuestra biblioteca particular. Sabe
el amante de los libros que cuando uno se acerca a la biblioteca y coge
al azar un libro, rápidamente, visualiza el momento en que lo leyó, hasta
incluso recupera las sensaciones y el estado de ánimo que tuvo entonces,
en aquella época.
Alguien, al observar la
biblioteca de otro, se puede hacer a la idea de qué tipo de persona es,
con quién está tratando. ¿Quién, amante de los libros, al entrar en una
vivienda no ha buscado libros por algún lugar y al no encontrarlos ha
sentido lástima por su dueño? ¿Y a quién, amante de los libros, no le ha
ocurrido que al entrar en una casa y encontrarse con una gran biblioteca
le ha despertado ese instinto tan bajo que es la envidia?
Uno crea su propia biblioteca
en edad temprana cuando comprende que quiere poseer las lecturas, que
necesita estar cerca de sus libros, lo cual le da una tranquilidad
enorme. Es en ese instante cuando nace el instinto de posesión, -extremo y
ansioso-, en que se convierte fundar e ir ampliando una biblioteca propia.
Al final uno es lo que lee.
Leer un libro es establecer
una relación con él, tal vez por eso, sea tan difícil cortar la relación,
romper el vínculo y no verlo más. Es más sereno saber que lo tenemos al
lado y a mano. Para entablar de nuevo y cuando uno quiera una
conversación muda con él, en la que intervienen todos los sentidos.
Se sabe de siempre, es
conocido por todos los amantes de los libros, que cuando se presta un
libro nunca lo volvemos a ver. Nunca se nos es devuelto. Y lo que es
peor, es que el título y el color de libro toda la vida lo recordamos con
claridad, no desaparece de la mente, así como recordamos a quien lo
prestamos, cuando fue la última vez que estuvo en nuestras manos y cuando
lo leímos. Por ello todos los amantes de los libros son reacios al
préstamo.
Además nuestros libros
tienen huellas que no son otras que las que nosotros dejamos: una frase
subrayada; una anotación en el margen; una mancha de carmín; una página
con la punta doblada…; y también somos capaces de añadirles una huella más.
Una de notable e intemporal: un ex libris. Con nuestros apellidos, por
ejemplo, para que en el año 2.365 todos sepan que una vez nos perteneció. Otro capricho del amante de
libros es querer adquirir todos los formatos en que aparece un título: en
cartoné, en rústica, con ilustraciones, de bolsillo…, o querer tener un
ejemplar firmado, o una edición príncipe.
Nuestro tesoro es nuestra
biblioteca y dormimos tranquilos si sabemos que cada libro está en su sitio,
en su lugar, en su anaquel. Poseer libros es como poseer infinidad de
mundos, infinidad de historias, infinidad de vidas que se volvieron
reales en el momento en que fueron leídas por nosotros y desde entonces forman parte de
la nuestra persona.
Sin duda el único o el verdadero motivo por el cual atesoramos libros, es muy sencillo de comprender, puesto que con el sólo se pretende una cosa y es que no nos sea robada parte de
nuestra vida, para que si olvidamos, ellos estén con nosotros para recordarnos olores, emociones, sensaciones… ¿Quién es capaz conscientemente de
desprenderse de parte de su vida? La vida tiene que ser arrebatada en un
sólo momento por otro que no sea uno mismo. Nosotros no podemos
desprendernos de nuestros libros que son órganos vitales y adicionales a
los de nuestro cuerpo.
Ser amante de los libros aboca
a tener una biblioteca privada por la que uno vive, siente, padece y es
capaz de realizar extrañas cosas, cómo la de reconocerse en este mismo
texto.
Quien se considere amante de
los libros y esté libre de culpa que tire la primera piedra.
©María Aixa Sanz
Artículo escrito en marzo de 2006.
*ex libris: (Voz lat.) m. Etiqueta o
sello grabado que se estampa en el reverso de la tapa de los libros, en
la cual consta el nombre del dueño o el de la biblioteca a la que el libro
en cuestión pertenece: ha encargado un ex libris con su rúbrica. u No
varía en pl.