… Pensaba en la misteriosa
permanencia del amor, en la corriente nunca quieta de la vida.
‘Tres veces al amanecer’ (Anagrama) es un libro en
su conjunto bellísimo compuesto de tres piezas distintas cada cual más
maravillosa que se complementan más allá del tiempo y del espacio. Si el lector
asiduo de Alessandro Baricco leyó en
su momento 'Mr. Gwyn' y en una de esas, antes de empezar ‘Tres veces al amanecer’, decide releer ‘Mr. Gwyn’ acertará con la
decisión pues disfrutará de ambos títulos con esa extraña complicidad que
sólo se da entre el lector y el autor; e incluso entenderá mejor ‘Mr. Gwyn’ y
al propio Jasper Gwyn. Las tres piezas
de ‘Tres veces al amanecer’ son
necesarias para disfrutar plenamente de ‘Mr. Gwyn’, créanme, puesto que
tras leerlas es cuando realmente se comprende que es lo que Jasper Gwyn buscaba al escribir
retratos. Se entiende aquello que Rebecca le explicó al maestro de Camdem Town:
«Jasper Gwyn me enseñó que no somos
personajes, somos historias, dijo Rebecca. Nos quedamos parados en la idea de
ser un personaje empeñado en quién sabe qué aventura, aunque sea sencillísima,
pero lo que tendríamos que entender es que nosotros somos toda la historia, no
sólo el personaje. Somos el bosque por dónde camina, el malo que lo incordia,
el barullo que hay alrededor, toda la gente que pasa, el color de las cosas,
los ruidos.» [Página 174 de ‘Mr. Gwyn]; como también se visualiza la
pasión del propio Jasper Gwyn
por los vestíbulos de hotel. «Rebecca
dijo que los hoteles elegantes le daban un poco de miedo, pero Jasper Gwyn le
hizo notar que pocas cosas hay en el mundo tan hermosas como los vestíbulos de
hoteles. Con toda esa gente que va y viene, dijo. Y todos esos secretos. Luego
se lanzó a una confesión, algo que no resultaba habitual en él, y dijo que en otra vida le habría gustado ser un
vestíbulo de hotel. ¿Se refiere a trabajar en un hotel? No, no, ser un
vestíbulo de hotel, físicamente. Aunque fuera de un tres estrellas, eso no
importa.» [ Página 68 de ‘Mr. Gwyn’ ]
Para el lector que no ha leído ‘Mr. Gwyn’, indicarle que ‘Tres veces al amanecer’ es el título
de un libro clave en la resolución de la trama de ‘Mr. Gwyn’; cabe decirle
también que como el propio Baricco
indica en el prólogo de ‘Tres veces al
amanecer’ no es necesario haber
leído ‘Mr. Gwyn’ para leer ‘Tres veces al amanecer’ y disfrutarlo;
y es verdad, ‘Tres veces al amanecer’ como
un libro solo, es un título que resulta ser exquisito y extremadamente
cautivador y hechizante amparado en los parámetros de la literatura donde todo es posible, como
por ejemplo que los mismos personajes se encuentren en distintas épocas de su
vida a distintas edades en vestíbulos de hotel, pero además ‘Tres veces al amanecer’ es un canto a
los misterios del amor, a lo indiscutible del destino y a los amaneceres con la
luz de los cuales es posible creer que existe una nueva oportunidad, que todo
puede volver a comenzar, a renovarse, a reinventarse, incluso a expiarse.
‘Tres veces al amanecer’ es la demostración por parte de Alessandro
Baricco de que de una manera irracional o racional todos somos fragmentos
de una misma historia.
¡Brillante! Sencillamente, brillante.
© MARÍA AIXA SANZ