…Están llenas de energía, fíjese con qué intensidad
viven.
(…) En efecto, las gaviotas despliegan una gran
energía y es evidente que no se preguntan qué sentido tiene la vida (…)
Tener de nuevo otra novela entre
las manos de Sándor Márai, es tener una certeza, es saberse agraciado como
lector. Salamandra publica en estos días de primavera: ‘La gaviota’.
Una intensa historia que se ejecuta en forma de un baile de dos, un baile
sensual y desesperado. Como si fuese un último baile, en una última noche. ‘La
gaviota’ es un monólogo que se produce en una noche húngara mientras Europa
está sumergida en la guerra. Un monólogo, interrumpido en escasas ocasiones por
las interpelaciones de Aino Laine, la chica finlandesa, que se presentó
por la mañana delante del protagonista, poniendo en jaque la calma aparente de
éste, su sosiego, su serenidad y la rutina en la que está inmerso, porque sabe
que ya no es joven, que tiene cincuenta años y para él eso significa renunciar
a vivir ciertas pasiones, ciertos amores, ciertas sensaciones y la chica
finlandesa hace tambalearse su mundo quieto y ordenado.
‘La gaviota’ retrata el
corazón de la vieja Europa, pero retrata todavía más el alma del hombre, en un
monólogo hipnótico de 187 páginas, un monólogo intenso lleno de reflexiones que
hará que el lector compruebe su grado de madurez, comparta opiniones, sonría
para sus adentros, levante la vista del libro para pensar sobre su propio ‘yo’,
y asienta más de una vez con la cabeza ante algunas reflexiones. ‘La gaviota’
es Sándor Márai en estado puro y eso siempre es un valor seguro.
«Los astrólogos que hoy en día ya no llevan capirote en la cabeza y en su mayoría no son más que diligentes matemáticos, afirman que hay tres hechos que el libre albedrío del hombre no puede cambiar: el nacimiento, la muerte y el amor… Estos tres hechos son más poderosos que cualquier fuerza y voluntad humanas. Porque hay parejas, Aino Laine, dos personas arrastradas en el espacio una hacia la otra por una única ola, que no pueden evitar encontrarse, no son capaces de escapar la una de la otra, ni yendo al norte o al oeste, y tampoco a la India o la tumba… Deben regresar en el espacio y en el tiempo para reunirse. »
© MARÍA AIXA SANZ