Abro una de esas revistas gordas
y mensuales y en una de sus páginas decoradas con exquisito glamour encuentro ocho consejos para ser
feliz. Sin esfuerzo los recuerdo pues al leerlos me doy perfectamente cuenta de
que los cumplo, que por tanto soy feliz y es verdad me considero una persona
feliz.
Disfruto de los pequeños placeres
de la vida: tomar el sol; arreglar el jardín; sumergirme en el mar; observar
una flor; mirar el cielo; hablar mucho y cantar en voz alta; aprender a
perdonar; cuidar el cuerpo (caminar, sonreír, dormir); dominar el estrés
(pensando que el sol sale cada día y algún día saldrá en mi calle, esto me lo
enseñó un amigo); no ver la televisión más de tres horas al día (a veces no me
acuerdo de que existe hasta que le quito el polvo o hace demasiadas horas que
no he visto las noticias); comprar un perro (Jerónimo es mi perro guerrero, mi
amigo incondicional).
Pienso que los consejos para eso
están, para regalarlos, aunque no les hagamos caso, tal vez en el fondo del
cuerpo quede algún poso que por algún resquicio algún día rescatemos. Entonces
reparo en que yo también tengo ocho consejos que puedo dar para conseguir amar
la literatura:
1-Adquirir el libro que el corazón te señale: (El
corazón se asoma y te dice ese: «Coge ese.» «¿Por qué?» le preguntas tú. «No lo
sé», te contesta él o tal vez te contesta: «Porque el alma me lo dice o porque
me ha gustado los colores de la portada.»)
2-Acariciarlo durante dos minutos antes de
empezarlo a leer (podemos acariciarlo o manosearlo o abrirlo y cerrarlo, eso
según la personalidad de cada uno, durante dos minutos, él se dejará confiado.
Los libros son seres tranquilos.)
3-Sentarnos o tumbarnos siempre
en el mismo sitio (llámese a ese lugar: sillón, butaca, balancín, sofá,
tumbona, cama, arena de la playa…., ese mismo sitio empuja al cuerpo y al
cerebro a predisponerse todo él para la lectura.)
4- Silencio (conseguir estar en
un lugar con el menor ruido posible, preferiblemente en silencio o como sonido
de fondo el discurrir de un río o el ir y venir de las olas.)
5- Mirar el reloj al empezar la lectura y
olvidar que el tiempo existe (no volver a mirar el reloj hasta que estemos
cansados de leer o llamen al timbre, te quedaras sorprendido de lo rápido que
ha pasado el tiempo.)
6- Involucrarnos en la historia
que nos cuenta (involucrarnos hasta el punto de creer que nosotros somos el o
la protagonista o reconocer a nuestros amigos o a un ex en algún personaje.)
7- Dejarse llevar por los
sentimientos (llorar si hay que llorar, reírse a carcajadas si hay que reírse,
irritarse, satisfacerse, enmudecer, soñar, etc.)
8- Leer todas las semanas
(primero puede ser como una obligación o una terapia el reservarse unas horas
para leer, luego esa obligación se convertirá en devoción y la práctica asidua
de este ejercicio les aseguro que conduce directamente a la felicidad).
© María Aixa Sanz
Artículo escrito en abril 2005.