«—Sí —dijo Mrs. Wilkins, todavía como si temiera que alguien la
sorprendiera—. No quedarse aquí y decir «Qué maravilloso», y después volver a
casa como de costumbre y preparar la cena y el pescado igual que lo hemos
estado haciendo durante años y como lo seguiremos haciendo durante años. De
hecho —dijo Mrs. Wilkins, enrojeciendo hasta la raíz de los cabellos, ya que el
sonido de lo que estaba diciendo, de lo que estaba saliendo a borbotones, la
asustaba y, sin embargo, no podía detenerse—, no le veo final. No hay ningún
final. Por lo tanto, debería haber una pausa, debería haber descansos, en
interés de todo el mundo. Vamos, en realidad sería un gesto generoso marcharse
y ser feliz durante un tiempo, ya que regresaríamos mucho más agradables. ¿Sabe
usted?, llega un momento en que todo el mundo necesita unas vacaciones.
—Pero ¿qué quiere decir con conseguirlo? —preguntó Mrs. Arbuthnot.
—Cogerlo —dijo Mrs. Wilkins.
—¿Cogerlo?
—Arrendarlo. Alquilarlo. Tenerlo.
—Pero ¿quiere decir usted y yo?
—Sí. Entre las dos. Compartir. Así sólo costaría la mitad, y usted
tiene un aspecto tan..., usted tiene aspecto de desearlo tanto como yo, como si
necesitara un descanso, que le sucediera algo feliz.»
La australiana Elizabeth von Arnim escribió alrededor
de dos docenas de novelas bajo el seudónimo de «por la autora de Elizabeth y su
jardín alemán» o como «por Elizabeth». Entre
sus títulos se encuentra ‘Abril
encantado’ (Alfaguara), una sensacional novela que escribió en 1922, y cuya
lectura es muy placentera. Elizabeth von
Arnim convirtió ‘Abril encantado’ en
una historia cargada de humor, belleza y de una rebeldía femenina y sentimental
apasionante.
‘Abril encantado’ sorprende y gusta de un modo muy particular y peculiar.
En ella el lector se reencuentra con ese
exclusivo, entraño y apetitoso placer que sólo se obtiene a través de la
lectura. Sus cuatro simpáticas y singulares protagonistas conquistan el corazón
de quien las observa. Cuatro mujeres —Lotty, Rose, Scrap y Mrs. Fisher— de clase
social y edades distintas que deciden tomarse unas pequeña vacaciones y huir dejando
atrás el gris y lluvioso Londres, su vida convencional y sus matrimonios
aburridos y desencantados, para de ese modo darse un respiro, o un pequeño
capricho, o realizarse un autoregalo. Para tal fin se trasladan en el mes de
abril a Italia, en busca de la luz de Mediterráneo, en un paraje de una belleza
trastornadora, llevadas de la mano de Lotty Wilkins tras ver un anuncio en The
Times: «Para aquellos que aprecian las
glicinias y el sol. Se alquila pequeño castillo medieval italiano amueblado durante
el mes de abril. Permanecen los sirvientes necesarios. Z, Apartado 100.»
De todas ellas es Lotty Wilkins la
que da cuerpo al plan; una mujer que a primera vista resulta gris y plana, pero
que aun así posee la locura y la cordura necesarias para arrastrar a las otras
tres a emprender la aventura que tanto anhelan; un personaje que se vuelve con la lectura una mujer
apasionante, que entiende perfectamente a sus desconocidas compañeras,
dejándose llevar, dejando que la vida fluya en lo que ella lama el paraíso. Lotty
Wilkins se convierte en el alma de la novela, en el personaje más sorprendente
y fascinante cuyo entusiasmo sale de la novela y atrapa al lector.
¿Pues quién no desearía por un
mes en su vida olvidarlo todo en un paraje aislado del entorno cotidiano y de
una belleza casi que irreverente? En ‘Abril
encantado’ al lector se le permite al menos soñarlo y de algún modo vivirlo,
lo que resulta ser un verdadero placer de características, diálogos y
resolución inesperados y sorprendentes.
© MARÍA AIXA SANZ