Mostrando entradas con la etiqueta (Alfaguara). Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta (Alfaguara). Mostrar todas las entradas

22 de junio de 2014

INOLVIDABLES: “EL AMOR ENTRE LOS PECES” de René Freund

‘El amor entre los peces’ (Alfaguara) de René Freund es una de esas novelas que convierten las horas de lectura en una tarde o una mañana perfecta. El vienés René Freund ha escrito una maravillosa novela que asalta al lector como una buena sorpresa digna de ser recordada. ‘El amor entre los peces’ trascurre entre Berlín y las montañas del Tirol, pues es en una cabaña tirolesa donde Fred, el protagonista de ‘El amor entre los peces’, se refugia para reencontrarse consigo mismo. Poeta de profesión y sumergido en una crisis de creatividad y en ataques de  enoclofobia, Fred, resucita y vuelve a la vida a muchos metros de altitud en Austria. El gran acierto de René Freund es que tanto Fred como el lector acaban sintiéndose a la vez como pez en el agua en ese paraje y con sus habitantes, encontrando tal como trascurre la novela la armonía. El Fred que el lector conoce en Berlín al principio de esta historia, que es un Fred hecho un desastre, lleno de ironía y negatividad, nada tiene que ver con el Fred al que se llegará a apreciar con el paso de las páginas. Un tipo por el cual se siente auténtica simpatía, y del que se espera con anhelo las cartas que le escribe a su editora.

«Hoy llueve demasiado, así que me voy a quedar en casa, junto a este fuego acogedor, a contemplar el lago, en el que cada segundo caen miles de gotas. Podría pasar horas mirando cómo el agua se funde con el agua, y eso es lo que pienso hacer. Le agradezco mucho que dé un poco de variedad a mi vida en calidad de interlocutora epistolar. Estoy segura que la aburro pero puedo asegurarle algo: yo no me aburro. Escuchar el silencio es una de las mejores experiencias que puede tener el ser humano. Créame, debería probarlo.»

‘El amor entre los peces’ es una buena novela para desconectar, si es eso lo que se busca. Amena, divertida, reconfortante. Donde debajo de su aparente sencillez se esconde algo tan profundo como las ganas de querer recuperar el equilibro, la paz y la armonía dentro de nosotros mismos. Sin exagerar, ‘El amor entre los peces’, es una lectura beneficiosa para el lector, ya que tal como se avanza por ella, se instala en el cuerpo un relax notable que quizás llega en el momento exacto y justo. Razón suficiente para llevarnos esta historia de vacaciones. Pues ella en sí ya es unas vacaciones.

Grato descubrimiento el de esta feliz lectura.

© MARÍA AIXA SANZ


15 de marzo de 2014

INOLVIDABLES: “ABRIL ENCANTADO” de Elizabeth von Arnim

«—Sí —dijo Mrs. Wilkins, todavía como si temiera que alguien la sorprendiera—. No quedarse aquí y decir «Qué maravilloso», y después volver a casa como de costumbre y preparar la cena y el pescado igual que lo hemos estado haciendo durante años y como lo seguiremos haciendo durante años. De hecho —dijo Mrs. Wilkins, enrojeciendo hasta la raíz de los cabellos, ya que el sonido de lo que estaba diciendo, de lo que estaba saliendo a borbotones, la asustaba y, sin embargo, no podía detenerse—, no le veo final. No hay ningún final. Por lo tanto, debería haber una pausa, debería haber descansos, en interés de todo el mundo. Vamos, en realidad sería un gesto generoso marcharse y ser feliz durante un tiempo, ya que regresaríamos mucho más agradables. ¿Sabe usted?, llega un momento en que todo el mundo necesita unas vacaciones.
—Pero ¿qué quiere decir con conseguirlo? —preguntó Mrs. Arbuthnot.
—Cogerlo —dijo Mrs. Wilkins.
—¿Cogerlo?
—Arrendarlo. Alquilarlo. Tenerlo.
—Pero ¿quiere decir usted y yo?
—Sí. Entre las dos. Compartir. Así sólo costaría la mitad, y usted tiene un aspecto tan..., usted tiene aspecto de desearlo tanto como yo, como si necesitara un descanso, que le sucediera algo feliz.»


La australiana Elizabeth von Arnim escribió alrededor de dos docenas de novelas bajo el seudónimo de «por la autora de Elizabeth y su jardín alemán»  o como «por Elizabeth». Entre sus títulos se encuentra ‘Abril encantado’ (Alfaguara), una sensacional novela que escribió en 1922, y cuya lectura es muy placentera. Elizabeth von Arnim convirtió ‘Abril encantado’ en una historia cargada de humor, belleza y de una rebeldía femenina y sentimental apasionante.
‘Abril encantado’ sorprende y gusta de un modo muy particular y peculiar. En ella el lector se  reencuentra con ese exclusivo, entraño y apetitoso placer que sólo se obtiene a través de la lectura. Sus cuatro simpáticas y singulares protagonistas conquistan el corazón de quien las observa. Cuatro mujeres —Lotty, Rose, Scrap y Mrs. Fisher— de clase social y edades distintas que deciden tomarse unas pequeña vacaciones y huir dejando atrás el gris y lluvioso Londres, su vida convencional y sus matrimonios aburridos y desencantados, para de ese modo darse un respiro, o un pequeño capricho, o realizarse un autoregalo. Para tal fin se trasladan en el mes de abril a Italia, en busca de la luz de Mediterráneo, en un paraje de una belleza trastornadora, llevadas de la mano de Lotty Wilkins tras ver un anuncio en The Times: «Para aquellos que aprecian las glicinias y el sol. Se alquila pequeño castillo medieval italiano amueblado durante el mes de abril. Permanecen los sirvientes necesarios. Z, Apartado 100.»

De todas ellas es Lotty Wilkins la que da cuerpo al plan; una mujer que a primera vista resulta gris y plana, pero que aun así posee la locura y la cordura necesarias para arrastrar a las otras tres a emprender la aventura que tanto anhelan; un personaje  que se vuelve con la lectura una mujer apasionante, que entiende perfectamente a sus desconocidas compañeras, dejándose llevar, dejando que la vida fluya en lo que ella lama el paraíso. Lotty Wilkins se convierte en el alma de la novela, en el personaje más sorprendente y fascinante cuyo entusiasmo sale de la novela y atrapa al lector.

¿Pues quién no desearía por un mes en su vida olvidarlo todo en un paraje aislado del entorno cotidiano y de una belleza casi que irreverente? En ‘Abril encantado’ al lector se le permite al menos soñarlo y de algún modo vivirlo, lo que resulta ser un verdadero placer de características, diálogos y resolución inesperados y sorprendentes.


© MARÍA AIXA SANZ

25 de septiembre de 2012

INOLVIDABLES: “PAPELES EN EL VIENTO” de Eduardo Sacheri

—Oiga, don—lo encara, cuando no puede más—: Qué le parece si nos asociamos: yo compro bizcochos y usted me convida a mate.
El viejo acepta y el Ruso se hace una escapa hasta el bufet.
—¿Abro los dulces o los salados? —pregunta cuando vuelve.
—Eeeeh… arranquemos por los dulces, si le parece.
El Ruso asiente, se sienta junto al viejo y abre el paquete de bizcochos. A la cuarta o quinta ronda de mate ya tiene un bosquejo de la biografía del viejo.


‘Papeles en el viento’ la nueva novela de Eduardo Sacheri publicada por Alfaguaraes la historia de cuatro amigos, una historia a cuatro bandas: cuatro tipos completamente distintos que han crecido juntos en el mismo barrio y cuyas vidas siguen estrechamente ligadas con una lealtad a prueba de bomba. ‘Papeles en el viento’ es la historia de: Fernando, el tipo íntegro; el Ruso, el grandote de corazón; Mauricio, el ambicioso; y el Mono, el tarambana. Cuando el Mono se muere les deja a los otros tres el pase del futbolista Mario Juan Bautista Pittilanga; éstos deciden vender a Pittilanga para recuperar el dinero que el Mono invirtió con tal de dárselo a la hija de diez años del Mono. Esa buena idea se convierte en toda una aventura de cuatrocientas páginas en que el lector va a disfrutar como pocas veces. ‘Papeles en el viento’ no es una boludez para que el futbol también invada las páginas literarias. En ‘Papeles en el viento’ el fútbol es la excusa para contar una historia de verdadera amistad; de un territorio común; es la historia de cómo, cuánto y hasta dónde es capaz de llegar, aguantar y soportar la lealtad. ‘Papeles en el viento’ es un canto a este tipo de amistad, una amistad que viene a ser como de hermanos. La novela de Eduardo Sacheri tiene la dosis de humanidad y de realidad necesarias como antídoto ante el otoño, no hablo solamente del otoño estacional sino del otoño de nuestras vidas. Una novela que hace aflorar la risa y la ternura a partes iguales. Una novela perfecta. De esas que al cerrarlas el lector siente la satisfacción de haber leído una novela que le ha sumado en su vida, de haber leído una historia bien contada, con unos personajes entrañables y maravillosamente definidos.


© MARÍA AIXA SANZ

2 de abril de 2012

INOLVIDABLES: “EL VIAJE DE MINA” de Michael Ondaatje

«… El sueño es una cárcel para un muchacho que tiene amigos con los que reunirse. Las noches nos impacientaban y nos levantábamos antes de que el amanecer se adueñara del buque. No queríamos esperar: queríamos seguir explorando sin descanso aquel universo. Tumbado en mi litera oía cómo Ramadhin llamaba discretamente a la puerta, en código. Un código inútil, pensándolo bien, porque, ¿quién podría haber aparecido a aquella hora? Dos toques, una larga pausa, otro toque. Si no bajaba de la litera y abría la puerta, oía su tos teatral. Y si a pesar de todo seguía sin responder, le oía susurrar  «Mina», el nombre del pájaro que se había convertido en mi apodo.
Nos reuníamos con Cassius junto a las escaleras y, muy poco después, paseábamos descalzos por la cubierta de primera clase, dado que sus dependencias eran un palacio sin vigilancia a las seis de la mañana…»

Alfaguara publica la última novela de Michael Ondaatje: ‘El viaje de Mina’. Una espléndida novela que nos sumerge en el vientre del Oronsay, el barco que lleva a Mina desde Ceilán a Inglaterra. Mina es un chaval de once años que emprende una travesía de veintiún días a bordo del Oronsay con tan solo una pequeña maleta y la curiosidad propia de su edad. En el barco se hace amigo de otros dos chavales Cassius y Ramadhin con los cuales estará ligado de por vida, ya que lo que los tres vivirán en el Oronsay marcara su personalidad.

Del mismo modo cómo la travesía en el Oronsay y el paso por el canal de Suez marcara cada una de sus vidas también lo hará la mesa del gato, que es la mesa del comedor del barco donde deben sentarse, llamada la mesa del gato por ser la mesa más alejada de la del capitán. Sus compañeros de mesa son los que les abrirán los ojos y la curiosidad a un mundo infinito de posibilidades, son los que les cambiaran por y para siempre, sin ser ni Mina ni Cassius ni Ramadhin del todo conscientes hasta años después.

«Serían siempre personas singulares como ellos, en las distintas mesas del gato a lo largo de mi vida, las que conseguirían cambiarme.»


Esa mesa del gato del Oronsay con sus comensales de personalidades, deseos, secretos y vidas dispares son los que otorgan a la novela cuerpo, forma y vida propia. Así que la mesa del gato junto a otros pasajeros del Oronsay se vuelve vital para lo que representa ‘El viaje de Mina’. Personajes como la sorda Asuntha, la bella Emily, el músico Mazzapa, el desguazador Nevil, la patinadora australiana, el botánico Daniels, el actor Sunil, el profesor Fonseka, el millonario Sir Hector de Silva, la enigmática Señorita Lasquetti, el Barón C., el compañero de camarote Hastie, la tía Flavia Prins, el sastre Guneskera, el preso Niemeyer y otros, pueblan ‘El viaje de Mina’ de ricos matices, aportaciones, colores y sabores que no se pueden abarcar en una reseña pero por suerte sí en una novela y ‘El viaje de Mina’ existe para que disfrutemos de un ejemplo de literatura en estado de gracia.
‘El vieja de Mina’ es una novela de personajes.
Una novela de aventuras donde la aventura mayor es como todos sabemos: vivir.
‘El viaje de Mina’ es una novela de altura.


© MARÍA AIXA SANZ