—Bon appétit
El bostoniano Amor Towles afincado en Manhattan ha escrito la espléndida novela ‘Normas de cortesía’ publicada por Salamandra. ‘Normas de cortesía’ es uno
de esos títulos que se esconden tras otros que van acompañados de bombo y
platillo, y si el lector tiene la suerte o el acierto de entre las decenas de
libros decantarse sin saber muy bien por qué por ‘Normas de cortesía’ habrá hecho una de las mejores elecciones de
su vida como lector. Pues ‘Normas de
cortesía’ resulta ser una grata sorpresa, tan chocante como el nombre de su
autor. Las páginas de esta novela nos devuelven la magia de la lectura por la
novelas que tienen ese algo que te atrapa de tan bien construidas y narradas
como están.
‘Normas de cortesía’ se divide en seis partes: un prólogo, cuatro largos capítulos cada uno
correspondiente a la estación del año y un epílogo.
En el prólogo, Kate, la fascinante protagonista de ‘Normas de cortesía’ se reencuentra en una exposición fotográfica
con dos retratos de un viejo conocido: Tinker
Gray. Ese reencuentro fortuito hace que rememore los tiempos en los que
compartió los días con él, junto a Eve
su amiga del alma, allá por 1937 y 1938, y su importancia ya que en esos años
se fraguó el carácter de Kate, o más
bien, se fortaleció y se perfiló.
Katey Kontent, es una
mujer neoyorkina de clase obrera que intenta con el pragmatismo americano
ascender o vivir mejor de lo que el destino le deparaba de cuna. Es ese
pragmatismo; su autocontrol; su austeridad a la hora de sentir, elegir y darse
caprichos, algo que otros podrían tachar de frivolidad, lo que convierte a este
personaje en una protagonista fascinante, que aprende a moverse como pez en el
agua, por unos ambientes donde nada es lo que parece, donde todo el mundo se
aferra a una normas de cortesía, pero Kate descubre que escudándose en esas
mismas normas muchos dejan de lado los escrúpulos o un ápice de conciencia o moral.
La resolución de Kate; su pragmatismo; lo fascinante de
su forma de ser; las descripciones del Manhattan de aquellos años; su amor por
la lectura; y el ritmo, encuentros y desencuentros que pueblan la novela entre
barrios obreros, jazz, glamour, hoteles, choferes con levita, y unas ciertas
ganas de vivir locas, como si cada día fuese el último, como si nada importase
demasiado, hacen de ‘Normas de cortesía’
un excelente título que les apetecerá ya no leer sino también releer. Pues es
sin ninguna duda una de las mejores novelas que he leído a lo largo de mi vida
como lectora. Por tanto: Bon appétit.
© MARÍA AIXA SANZ