«Rebecca pensó en cuánto camino puedes tener que
recorrer, y qué misteriosas son las ruedas de la experiencia si pueden llevarte
hasta sentarte en una silla, desnuda, dejándote mirar por un hombre que desde
lejos ha venido arrastrando su locura hasta hacer de ella un refugio para él y
para ti.
Empiezo a escribir la reseña de ‘Mr Gwyn’ (Anagrama) de Alessandro
Baricco conmovida todavía por la belleza de la historia. Mr Gwynes un escritor que ha escrito
tres novelas y que decide un día dejar de escribir. Diciéndose a sí mismo y a
todo el mundo: «No voy a escribir ni un solo libro más.» Un amigo suyo le dice
que no podrá, que el que es de nacimiento escritor, el que lo ha elegido el
oficio a él y no al revés, ya sea para pasar el rato, por la fama, para firmar
libros, para pasar a la posterioridad, se ve obligado por necesidad física,
mental y espiritual a escribir. Mr Gwyn
le contesta: «Tonterías.» Puesto que la decisión de no escribir lo torna libre.
Pero a los meses empieza a sentir una angustia terrible, un vacio que no puede
llenar con nada. Y empieza a escribir mentalmente. Cuenta historias en su
mente. Pero eso tampoco lo sacia, y cada vez se encuentra peor. Un día la
lluvia lo coge en la calle y para resguardarse se mete en una galería de arte.
Entra y allí se queda contemplando cuadros de personas corriente desnudas, y
hay algo que le fascina. Cuando sale de la galería tiene una idea: va a
escribir retratos. El escritor contrata a una chica para que pose desnuda como
si lo hiciese para un pintor, durante treinta y dos días, puede recorrer el
estudio, sentarse donde quiera, andar, dormir, estar tumbada en la cama. Como
si él no estuviera.
Y ahí empieza la belleza.
Si hasta entonces la novela mostraba la pasión, el amor, la
necesidad de engarzar una palabra tras otra, es decir, la necesidad de
escribir; cambia el paso, y entra en un profundo sosiego milimetrado y pautado
y se convierte en una historia de pasión por el mirar, de amor al mirar, de necesidad
de mirar, de ser mirado, de conocer a la persona desnuda, aceptándola tal cual
es, contemplada como un ser único, diferente a todos los de su especie.
En ‘Mr Gwyn’ la
desnudez lo envuelve todo: al escritor, al lector, al lugar. Entre lo erótico,
lo sensual, lo tierno y cierta dosis de voyerismo, Baricco juega con precisión, en una historia sutil, en lo que en
verdad importa es el mirar y el contar. Un mirar más profundo que no se queda
en la superficie. Un mirar que transmite para poder ser contando a otros
.
Alessandro Baricco
ha escrito una novela profundamente hermosa, en un homenaje a lo artesano, a
los maestros artesanos, a los creadores y a su extrema sensibilidad.
© MARIA AIXA SANZ