«Dicen que un instante y la eternidad se confunden cuando experimentas
una emoción intensa.»
Desde que tuve conocimiento hace
unos años de la existencia de la novela ‘La
lluvia antes de caer’ de Jonathan
Coe supe que acabaría leyéndola. De modo que ahora que la editorial Anagrama la ha editado en su colección:
Compactos,
no he querido desaprovechar la ocasión. Es conocido que el instinto no se
equivoca cuando te guía hacia algún lugar, pues bien, el instinto que me ha
llevado a leer ‘La lluvia antes de caer’
no ha errado el tiro y ha hecho que me adentre en una espléndida novela
cuyo inicio es de intriga trepidante con el fallecimiento de Rosamond y lo que hallan en su hogar,
alrededor de su cuerpo; para seguidamente, cambiar y convertirse con el paso de
las páginas en una historia narrada con mucha más calma de una forma profunda y
tierna. Ese cambio de ritmo hace que ‘La
lluvia antes de caer’ sea una de esas novelas en las que el lector, sin
darse cuenta, se sumerja leyéndola en la madrugada.
‘La lluvia antes de caer’ es una atractiva lectura por la historia que se narra en ella,
por la calidad de la narración y por la pregunta que lanza la propia Rosamond de: «¿Pero qué pasa con los
recuerdos de los que no hay fotos, ni pruebas, ni confirmación posible?»
Y es de esa pregunta de dónde
nace y crece la novela pues como respuesta tanto Rosamond como Jonathan Coe
deciden que con esos recuerdos solo cabe un modo de proceder, que es contarlos
para que se vuelvan más tangibles y más reales; y de ese manera, recuerdo a
recuerdo, ‘La lluvia antes de caer’ y
sus personajes se convierten en inolvidables.
© MARÍA AIXA SANZ