«No había nada más que tierra: no era un país, sino el material del que
están hechos los países.»
Todas las novelas de Willa Cather tiene un punto en común:
el anhelo. Todos sus personajes anhelan algo sublime que les haga salirse de
los cauces normales de la vida, que les salve en cierto modo de la muerte. Cada
uno de ellos persigue anhelante algo que quizás concretamente no saben lo que
es, pero hacen de ese anhelo su forma de vivir. Además todas las novelas de Willa Cather dejan patente la
descomunal calidad narrativa de esta autora. Desde que en su día leí el relato ‘El caso de Paul’ y tras leer ‘Una dama extraviada’, ‘Lucy Gayheart’ y ‘Mi Ántonia’ sigo manteniéndome en la
impresión de que las historias de Willa
Cather son sencillamente sensacionales. Como he mencionado antes todos sus
personajes son seres que aspiran a más, a un mundo plagado de belleza, de arte,
donde los sueños se materializan. Vivir para esos sueños o mejor no vivir,
sería la conclusión a la que se llega tras leer estas novelas. Los personajes
de Cather y la propia Cather poseen la convicción de que sí
la voluntad de transformar sus pequeñas vidas en grandes aventuras existe
dentro de ellos acabará sucediendo. Y además del anhelo, Willa Cather, en sus novelas maneja con precisión los tejemanejes
del amor: amor correspondido, amores platónicos, amores imposibles que los
personajes llevan consigo hasta el final de sus días. Otra característica en
común en cada una de las novelas de Willa
Cather es el de personajes femeninos muy fuertes y de hombres que sienten
una absoluta y rotunda debilidad y pasión hacia ellas.
En ‘Mi Ántonia’ (Alba Editorial),
Willa Cather vuelve a demostrar al lector su maestría en narrar al detalle;
y de nuevo aparece esa fascinación del hombre hacia la mujer. De la misma forma
que en ‘Una dama extraviada’ Niel Herbert la sentía hacia la señora Forrester y en ‘Lucy Gayheart’, Clèment Sebastian y Harry Gordon la sentían por Lucy, en ‘Mi Ántonia’ es Jim Burden
quién se siente fascinando por Ántonia,
desde que tenía diez años y se fue a vivir a Nebraska a la granja de sus
abuelos al quedarse huérfano. ‘Mi
Ántonia’ es una historia de colonos del Oeste americano, narrada desde la
perspectiva de un niño que va creciendo deslumbrado por su vecina Ántonia, una niña europea que junto a su
familia acaba de llegar a tierras americanas para participar también en la
conquista del Oeste. Jim Burden nos narra su vida y la de Ántonia y mientras ellos conquistan el
Oeste, Willa Cather de nuevo
conquista al lector con ‘Mi Ántonia’. Toda una maravilla.
Tras leer una pequeña parte de la
obra de Willa Cather, sólo me resta
decir, que son novelas diez. Novelas redondas. Pequeños milagros en negro sobre
blanco que dan sentido a toda una vida y que reconfortan al lector y le hacen
sentir parte imprescindible de la literatura universal.
© MARÍA AIXA SANZ